viernes, 28 de mayo de 2010


¿Evolución del automóvil? Los invito a meditar, teniendo en cuenta que quien escribe estas líneas es un apasionado por clásicos americanos tales como el Cobra y el Corvette, cuando concluya la lectura de este artículo reflexione. El automóvil, tal como se lo conoce hoy en día, concebido como mucho más que un medio de transporte, no es más que un capricho. Uno de los caprichos más ferviente y ciegamente defendidos por el hombre. Esto es, a criterio personal, innegable. Por momentos me pregunto: -¿Cómo podemos admirar tanto a estos objetos tan evidentemente imperfectos? Desde su creación, el automóvil capturó la atención del público de todas partes del mundo. Todos querían algo de él. Algunos dedicaban horas a mejorar sus prestaciones para tener el más rápido, otros el más elegante. Los más ambiciosos, o aquellos con un gran ego, pensaban en fabricar sus propios autos. Muchos tenían como meta colocar sus nombres en el frente del vehículo más vendido. Algunos simplemente querían un auto a su medida, no para compararse con un supuesto rival, sino para disfrutar la sensación de manejar su propia máquina, diferente a todas las demás (a esto es a lo que hoy conocemos como custom o tuning). Los autos que hoy en día circulan por las calles son un atentado en contra de los principios de la aerodinámica. Las grandes automotrices nos enseñaron a consumir bocetos y fotos de autos con angulosas protuberancias con la ridícula idea de que "cortan mejor al aire", tienen un "aspecto agresivo", son novedades del "sharp design" y otras patrañas que utilizan como argumentos de marketing. No es necesario ser un experimentado ingeniero para darse cuenta de que una máquina que tiene un 40% de eficiencia y es altamente contaminante del medio ambiente, no es precisamente la más brillante creación del ser humano, aun peor es que sea el tipo de vehículo más masivamente utilizado en el mundo. A medida que crecían los conocimientos del impacto medioambiental del automóvil, como la contaminación sonora y atmosférica, se sucedieron las innovaciones técnicas, restricciones a los niveles admisibles de emanaciones y decibeles generados. Los descubrimientos en temas relativos a la seguridad, tanto de los pasajeros como la de los peatones víctimas de accidentes hicieron que el auto sea tan solo un poco más seguro, ya que si tenemos en cuenta que cada vez son más potentes, rápidos y ágiles pero menos pesados, la tentación de jugar con sus capacidades es muy grande... La probabilidad de tener un accidente es aun mayor... Y las estadísticas de accidentes no mienten. La pregunta es: ¿se aprendió con el tiempo a corregir errores? Puede parecer infantil... pero la respuesta es sí y no. Tecnológicamente se han superado grandes barreras, pero el mal de raíz sigue siempre presente. La máquina que llamamos auto nació con cientos de defectos, ahora solo le quedan algunas decenas. Es menos imperfecta. En ocasiones, corregir los errores de un objeto es mucho más difícil que hacer borrón y cuenta nueva. Pero la disposición del ser humano a aceptar grandes cambios es muchísima menor a lo que manifestamos. ¿O acaso los autos híbridos y/o eléctricos de 100 HP tienen la misma aceptación que un auto V6 de 200 HP alimentado a nafta? -Debo señalar que sería muy poco correcto de mi parte no mencionar el enorme esfuerzo de las compañías petroleras por frustrar cualquier intento de alternativa que no las incluya en el negocio- La misma persona que considera al auto eléctrico un gran avance por ser silencioso y no emanar sustancias tóxicas (no así el híbrido), a la hora de tomar la decisión de compra opta por el motor de combustión. Y por supuesto, él no resignaría las prestaciones de aceleración y velocidad de un auto moderno, la capacidad de tirar rebajes en una esquina y sentir el bramido del escape... contra la pausada aceleración de un auto eléctrico que se desplaza en silencio, que reemplaza el volante por un joystick, que no requiere de caja de cambios...

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